Holaaaaa a todos. Hoy vuelvo por aquí para
demostrar que sigo viva, sé que no estoy muy activa últimamente, ninguna lo
estamos, pero se acercan los exámenes finales y ya sabéis como nso absorben.
Pero eso no quita que hoy os traigamos nueva entrada de nuestra sección CUÉNTAME TÚ HISTORIA. Hoy son dos
las invitadas que nos visitan para presentar sus novelas que salen hoy mismo a
la venta. Por eso tendréis dos entradas distintas.
La primera en visitarnos es la maravillosa
ALEXANDRA ROMA.
Además de ser super simpática accedió sin dudar a nuestra petición y hoy no nos
visita sola, con ella vienen sus nuevos niños, que hoy echan a volar lejos del
nido para ir a parar a nuestros corazones, a nuestras casas para contarnos su
historia. ABRIL, SEBÁSTIAN y SAM quieren
contarnos un poco que nos encontraremos entre las páginas de HASTA QUE EL VIENTO ME DEVUELVA LA SONRISA, que ha sido galardonada con el premio la
Caixa de la editorial PLATAFORMA NEO.
¿Queréis saber que nos ha contado?
¿Qué pasa con la reina del baile cuando termina el instituto?
April lo tenía todo: el chico de sus sueños, una beca para una prestigiosa universidad y un prometedor futuro en Nueva York. Pero a veces la vida golpea y zarandea, y solo hicieron falta dos faros cegadores y un hombre desesperado para que le arrebataran su soñado final de cuento de hadas. Tras el trágico accidente, su presente está en ruinas y April se aferra a los recuerdos y a un futuro incierto. Sin embargo, justo cuando menos se lo espera, regresa un fantasma del pasado. Alguien que se ha roto y recompuesto tantas veces que puede tener la fórmula para que ella también lo logre.
ALEXANDRA
ha querido contarnos que significa para ella esta
nueva novela y todo lo que sintió al escribirla:
Hasta que el viento te devuelva la sonrisa
es la novela más especial que he escrito en mi vida. Dicen que hay una historia
en la que todo autor se deja el corazón y en estas casi 600 páginas está el
mío. Y lo supe desde que escribí el prólogo.
Llevo diez años escribiendo y sólo hace
dos que publico. El resto del tiempo me tuve que enfrentar a los rechazos
editoriales, al runrún que me pedía que lo dejase, que sufría demasiado, y mi
necesidad de crear historias luchando contra todo. Dar vida a personajes era
como el oxígeno que está en el aire, no lo puedes ver, pero sin él no podrías
vivir. Cuando tienes el sueño más bonito del mundo tirar la toalla no es una
opción. Por eso, cuando mi hada madrina literaria Esther Escoriza me abrió las
puertas del paraíso con el primer contrato en Esencia y todos los que vinieron
después me bloqueé.
Publicar se convirtió casi en una
necesidad y quería escribir una novela comercial, siguiendo las tendencias que
se llevaban, continuar hacia delante. La consecuencia fue que no me salía ni
una palabra. Comencé como diez libros y no sentí nada en ninguno hasta el punto
de que, por primera vez en mi vida, dejé de ponerme detrás del teclado casi
medio año. Nunca he aspirado a vivir de esto, para mí dar vida a los personajes
es sinónimo de que el tiempo se me pase más deprisa, tener la piel de gallina,
el corazón encogido y llevarles conmigo las 24 horas del mundo, si no
experimentaba eso, si no disfrutaba, no tenía sentido hacerlo.
Entonces una noche como otra cualquiera,
con manta, gata, sofá y la película Los
imprevistos del amor, me vino una escena. No entre la pareja protagonista
si no entre los dos chicos, Sam y Sebastian. Fue uno de esos momentos que te azota
por dentro, que te estremece y que te hace ir corriendo a por el ordenador. No
recordaba lo mucho que lo echaba de menos hasta que comencé, con Il Divo
sonando de fondo, los dedos golpeando casi con fiereza y las lágrimas
recorriendo mi mejilla. Ese día comencé la historia de April creando el prólogo
hasta las cuatro de la mañana y cuando lo terminé, con la respiración acelerada
y el corazón a flor de piel, supe que los había encontrado, que había tardado y
por fin estaban allí. Ellos. Los que me devolvieron la voz.
No sabía lo que me deparaba el futuro.
Desconocía que me iba a trasladar a Charleston. Que allí conocería a la chica
que bailaba porque le gustaba mover el viento que sus manos. Que vendría Sam.
Que vendría Sebastian. Que me tiraría de paracaídas. Que haría mi primer viaje
en carretera por Estados Unidos. Que sufriría. Que reiría. Que lloraría. Que me
enamoraría como nunca lo había hecho. Y mucho menos que comprobaría en mi
propia carne que un abrazo es capaz de cambiar el mundo. El suyo. El mío.
Espero que el vuestro.
Lo único que sabía es que volvía a tener
ilusión y eso era razón suficiente para contar su historia y para estarles
eternamente agradecida. No puedo desvelar nada porque es un libro repleto de
spoilers y prefiero que la gente lo descubra. Lo único que te puedo decir es
que es una novela en la que los sentimientos traspasan las páginas y se clavan
en la piel, en la que se ha quedado mi alma y con la que se dibujó un nuevo
color en mi universo. Ese en el que les sigo viendo constantemente a ellos. Mis
chicos. Mis sentimientos. Mi aire.
No se vosotros, pero a mí esto ya me ha enamorado por completo. Este
pequeño texto, estas palabras, estas frases están rebosantes de sentimientos,
de cariño, de amor. Y queda más que palpable que ALEXANDRA nos ha regalado con esta nueva
historia un poquito de su alma, de su
corazón.
Y también nos ha obsequiado con una pequeña escena:
Me senté en el caballito del viejo carrusel y tú te apoyaste en la barra metálica.Estoy deseando conocer a ABRIL, SEBÁSTIAN, SAM a todos los que forman y dan vida a la novela y saber si es posible que nieve en Charleston. ¿Y vosotros? ¿Estáis deseando conocer esta nueva historia?
–¿Por qué? ¿Qué tenía de especial? –pregunté.
–Los recuerdos. –Sonreíste y tragaste saliva mientras desviabas la vista hacia arriba–. No sabía quién gobernaba en el país y era capaz de relatarte con todo lujo de detalles cómo mi abuela chillaba cada vez que le veía escalando por los hierros para arreglar alguna atracción. Lo más importante estaba aquí. Ella. Lo único que se resistió a que le abandonase y por lo que merecía la pena escaparse del hospital siempre que tenía la oportunidad, aunque corriese el riesgo de acabar desubicado en mitad de la autopista. –Levantaste la cabeza y me miraste fijamente–. Por eso te he traído aquí. –Titubeaste–. No sé qué te ha dicho mi madre ni qué piensas cuando te pido que ocultemos lo nuestro y me da miedo que saques conclusiones equivocadas. Llevo todo el camino dándole vueltas a cómo explicarte lo que significas para mí y un simple te quiero se me queda corto.–No hace falta que digas nada. Lo sé. Eso es lo mágico. Lo hago.–Y, aun así, necesito hacerlo, pequeña. Necesito que comprendas que esto eres tú para mí. –Señalaste a tu alrededor abarcándolo todo–. Mi sitio de los recuerdos eternos. Mi memoria. Todo lo que me quiero llevar algún día. Todo lo que quiero tener ahora. El lugar al que, como él, siempre regresaré. –Tragué saliva–. Contigo sé que cualquier cosa es posible.
–¿Incluso que nieve en Charleston?–Claro. Algún día nevará para nosotros.
HASTA
QUE EL VIENTO TE DEVUELVA LA SONRISA ya está a la
venta así que corred a por él.
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